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¡Denle curso al expediente!

desco Opina - Regional / 22 de mayo de 2009

Esta popular frase bien puede reflejar un clamor generalizado en la selva central. Esta región exige el cumplimiento de los ofrecimientos y proyectos de equipamiento e infraestructura vial que, «sonámbulamente», transitan por oficinas y escritorios de las diferentes instancias del aparato gubernamental.

¿Cuánto tiempo se necesita para construir una obra vial y cuánto más para efectuar sus «trámites formales»? ¿Son más horas de trámites formales y burocracias las que se invierten en una carretera, que las que se dedican para su diseño y construcción? ¿Puede funcionar el motor nacional usando a la «tramitocracia» como combustible estratégico para el desarrollo?

La selva central del Perú tiene grandes potencialidades económicas, se hizo conocida internacionalmente por la calidad de su café, además de su capacidad productiva frutícola y, para los conocedores, no son extraños sus productos apícolas y lácteos de alta calidad procedentes de la provincia de Oxapampa. ¿Cuánta de esta producción se pierde o encarece por el lamentable estado de sus vías locales y de conexión con las ciudades costeras consumidoras? Un territorio con limitaciones de circulación o altos costos de transporte para enviar sus productos al mercado, es poco competitivo y la selva atraviesa por esa terrible situación debido a la inercia del aparato estatal, que se activa en base a requisitos que buscan evitar la corrupción pero, a la postre, son nada ágiles para conseguir objetivos en función al desarrollo.

Las autoridades locales y los productores, concientes de esta debilidad competitiva que limita la actividad productiva y diluye las posibilidades de desarrollo de su potencial turístico, realizan alianzas internas y, entonces, es común ver a alcaldes y dirigentes en las diferentes instancias gubernamentales, buscando agilizar los procedimientos administrativos, perdiéndose muchas horas/hombre que se acrecientan cuando se carece de padrino o hay poca voluntad para «aceitar» a algún funcionario corrupto.

Durante los primeros meses de cada año, el agroproductor de la selva debe lidiar con las intensas lluvias, las inundaciones, los deslizamientos y los cortes de las vías; pero, luego de ello, debe enfrentarse a las inundaciones de promesas y al bloqueo provocado por los trámites. Contra la naturaleza puede desarrollar actividades de prevención de desastres; sin embargo, contra los huaycos de promesas y el represamiento de los trámites no existe «Defensa Civil» posible.

Así, depender de una sola vía –la carretera Central– para conectarse con Lima, tanto para sacar sus productos, como para proveerse de insumos, es el ejemplo palpable de las limitaciones impuestas para la producción de la selva. Dicha carretera es interrumpida frecuentemente por los embates de la naturaleza, pero poco o nada se hace para dar una solución a las continuas pérdidas acumuladas por estos avatares: en las oficinas de Provías existen antiguas promesas y propuestas que reducirían en gran parte estos costos. Por ejemplo, tenemos el proyecto de la carretera Huacho-Huánuco, que aún hoy carece de una solución para su continuidad y por ende no se convierte en proyecto ni cuenta con financiamiento. Otra solución es el proyecto de carretera Cañete–Huancayo–Satipo–Atalaya–Puerto Esperanza, que al enlazarse vía fluvial mediante el río Purús, daría la opción de conectar a la selva central con el Brasil –otro posible mercado–, pero que tampoco tiene financiamiento conocido.

En el plano de la vialidad interna, la precariedad de los caminos no favorece la integración social del territorio. La rehabilitación y mantenimiento de las vías dependen de la disponibilidad económica y equipamiento de los gobiernos locales, cuando los gastos para la recuperación son de menor cuantía y se cuenta con maquinaria adecuada; pero, si los deterioros son considerables y se necesitaran equipos no disponibles localmente, es casi seguro que estarán sujetos a largos trámites ante las autoridades de la provincia o de la región. Este año, se le ha asignado 201 millones de soles a Provías, para el mantenimiento de la carretera La Merced–Puerto Bermúdez–Ciudad Constitución–Km. 76 carretera a Pucallpa; para los próximos cinco años; pero, existen en las oficinas de la Región Pasco, proyectos de rehabilitación y mantenimiento de la infraestructura vial desde Villa Rica hasta Palcazu–Izcosacín, que se encuentran entrampados desde hace más de un año y sin visos de posible solución a la vista. El asfaltado de la carretera Puente Reither–Villa Rica se encuentra en sus «tramites finales» desde hace dos años y todo nos hace suponer que esa situación se prolongará algún tiempo más. En la provincia de Satipo, también duermen otras promesas que recibieron aplausos pero que no se traducen en caminos tangibles.

Los aspectos estructurales tampoco favorecen la agilización de las soluciones. Por ejemplo, cuando se interrumpen los caminos debido a las crecidas de los ríos o por el deterioro de algún puente, el gobierno local puede intervenir siempre y cuando sea un camino vecinal; pero, si el problema se localiza en una vía que depende del Ministerio de Transportes, debe inhibirse porque estaría malversando fondos. Un caso ejemplar de lo que estamos diciendo es lo ocurrido luego de la caída del puente sobre el río Yuncullmas en la provincia de Oxapampa, tramo de la vía Villa Rica–Palcazu–Puerto Bermúdez, hace varios años atrás. Las municipalidades de la zona no tienen la responsabilidad de resolver este inconveniente y desde el gobierno central, no existe interés alguno en solucionarlo. Entonces, es normal que en tiempos de lluvias, grandes espacios territoriales se vean desabastecidos de alimentos, medicinas e insumos y sin posibilidad de comerciar ni trasladarse de manera segura. Ante esta situación ¿cuánto cuesta vivir en la selva, donde no sólo se arriesga la economía familiar sino, incluso, la propia vida?

La selva central produce menos de su real capacidad y no es por falta de voluntad emprendedora. Ocurre que esta realidad encarece la inversión. Es lamentable saber que existe capacidad productiva pero está –en su mayor parte– ociosa. Puede contradecirse esta afirmación aseverando que hay logros importantes, como el de la piscicultura tan destacada por los medios de comunicación. Sin embargo, lo que no se dice es que no llega a mercados rentables porque sus productos deben comercializarse casi localmente debido a que arribar a la capital es demasiado riesgoso dado el estado de las carreteras. Bajo estas circunstancias , la producción de coca, insumo para el narcotráfico, se convierte en opción económica que atrae a algunos productores por su baja inversión y alta rentabilidad. Así, una manera de disminuir la producción cocalera para el narcotráfico es la habilitación de los caminos que integran la selva con el exterior.

En suma, debe comprenderse que no es sólo el uso de tecnología inadecuada lo que impide el desarrollo de la selva o pensar –de manera equivocada– que en la selva central los pobladores elijan vivir de actividades ilegales: lo que afecta a toda su actividad social y a las cadenas productivas es el estado de la infraestructura vial, situación que se arrastra desde hace varias décadas y que es una deuda moral que el país entero aún no puede saldar con los pobladores de la selva central, así que ¡denle curso al expediente! antes que se convierta en una explosión social de magnitudes inimaginables.

desco Opina - Regional / Programa Selva Central

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