Tradicionalmente, las carnes de alpaca y
llama han sido objeto de una severa discriminación. Señaladas como «carne de
indios» sufrieron la misma marginación que el poblador andino en la cultura
nacional. En algún momento, como consecuencia de los prejuicios y la desinformación,
se llegó a sostener que su consumo provocaba la transmisión de la sífilis o
hasta hace poco, que era portadora de triquina, ambas suposiciones totalmente
descartadas por los estudios científicos realizados por universidades del país
y el extranjero. Tan prolongada fue la marginación que recién en el año 1995 la
carne de los camélidos sudamericanos domésticos es incorporada en el Reglamento Tecnológico de Carnes.
Por el año 2004, el Estado Peruano creó el
Sello de Calidad de la carne de alpaca y llama con el propósito de establecer los estándares para la
comercialización del producto, la trazabilidad del mismo y con ello su acceso a
mercados más competitivos, lo que nunca llegó a implementarse. Como vemos, no
basta la creación de un sello, la designación de una fecha conmemorativa, o
nombrar a una de estas especies como producto bandera, sino que hay mucho por hacer e
invertir en el sector de los criadores de camélidos para lograr resultados.
Estas tareas todavía siguen siendo una deuda del Estado con el sector.
A mediados de la década del 90, desco implementó una campaña de
revaloración de la carne de alpaca en el sur y centro del país, consiguiendo la
participación de expertos de nuestra gastronomía, como Cucho La Rosa (mentor de
la cocina novoandina) y del Colegio Médico en Arequipa. Esta campaña generó
abundante información que fue difundida en medios de prensa nacional, lo que dio
como resultado que la carne de alpaca alcanzara «ciudadanía» y comenzase a aparecer
en las cartas de reconocidos restaurantes.
Hoy por hoy, tiene una gran demanda entre los turistas que visitan el
país, y es uno de los ingredientes estrella en los restaurantes turísticos.
Se superó así la tradicional práctica de
ocultar su utilización en la preparación de diferentes platos indicando que se
hacían con cordero cuando en realidad se empleaba alpaca o llama. Sin embargo,
la discriminación cultural no desapareció del todo, mientras la carne de alpaca
adquirió «ciudadanía», la valoración negativa de la carne de camélidos se
trasladó a la carne de llama, lo que ha dado lugar a un nuevo fenómeno mediante
el cual la llama, al ser beneficiada para el consumo, se convierte en alpaca y
así en los mercados solamente podemos encontrar la oferta de carne de alpaca.
Sobre este punto, cabe precisar que en el país anualmente se comercializan
alrededor de 12 mil toneladas de carne de alpaca y 5 mil toneladas de carne de
llama.
La semana pasada, descosur nuevamente ha salido al ruedo para promocionar no sólo la
carne de alpaca, sino también la de llama, lanzando la campaña “Buena Carne”, con el
propósito de revalorar su consumo e incrementar su demanda con miras a una
mejora en la economía de los productores altoandinos. Para lograrlo, Buena Carne va a difundir abundante información sobre este producto.
Uno de los puntos fuertes de esta
renovada campaña es la difusión de las propiedades de la carne de alpaca y
llama: un alto contenido proteico que supera a todas las demás carnes unido a
un bajo contenido de grasa. Por la naturaleza de su alimentación, que proviene
exclusivamente de pastos naturales, sin el empleo de agroquímicos, que se riegan
con el agua de lluvia o los deshilos en la cordillera, estas carnes están
destinadas a ser la carne del futuro. Especialmente ahora, tras el escándalo de Pura Vida, los consumidores peruanos están
prestando más atención a lo que se llevan a la boca.
Se requiere de modo urgente la
reformulación de las políticas públicas para estimular la investigación en el
desarrollo de productos y subproductos de la carne de camélidos para la
explotación de todo su potencial, invirtiendo las prioridades actuales que privilegian
a la carne de pollo, con un alto contenido de insumos importados (casi el 100%
de su alimentación se importa). El Estado debería prestar más atención a los
guardianes del Ande, los productores de alpacas y llamas, ya que aún están invisibilizados
los beneficios que acarrean sus labores pastoriles y de conservación en la
pradera altoandina, entre ellas, la protección de las nacientes de la cuencas
hidrográficas que nos dotan de agua y hacen posible la vida en nuestras
principales ciudades costeras.
Es la hora de saldar la deuda histórica
con los recursos que nuestra cultura originaria aportó a la humanidad con la
domesticación de estas especies.
desco Opina - Regional / 14 de
julio de 2017
Programa Regional Sur
Estimados Srs DESCO; leí su información sobre de carne de alpaca y llama. Al respecto, ambas especies son diferente en su uso y función. También es cierto que la carne de ambos se consume, especialmente en la zona Sur del Perú. Así mismo existe Información de otros proyectos con acciones similares (promover la carne de alpaca y llama). Sin embargo, con algunos de esos proyectos se analizo la situación de camelidos para carne y se desistió de ello. La razón es que si uno observa la evolución del hato nacional de alpaca y llama no crece substancialmente, sobre todo la de la alpaca; la población de llamas en Perú es menor que la de Bolivia (viceversa en caso de Perú). Esto se debe a que la tasa de reproducción es baja con una alta tasa de mortalidad en la cual se incluye alta tasa de abortos (heladas y otros). Asi mismo no existe un programa de mejoramiento a nivel nacional, solo de algunos fundos; El productor de alpaca base su ingreso por fibra, la cual en muchos casos es pagado por peso por lo que mantiene machos y hembras para que en la esquila tenga mas fibra que vender. Esta fibra es baja de calidad (el mercado lo menciona). Lo ideal seria que los machos después de la primera esquila y evaluación podrían ser usado para carne, aspecto actual que no se hace debido a la falta de orientación en genética. Ademas, sacar animales viejos se encuentra con problemas en la carne, ademas de dura con parásitos Algo similar en llamas. Por lo tanto se debe dejar la fibra, que tiene valor a nivel internacional, y el productor la puede vender. Ahí esta el valor de esa especie, no la carne. Por lo tanto, lo mejor es orientar los esfuerzos para revalorizar la carne del Altiplano con base a la carne de cordero. Se tenia una población de 16 millones hoy solo 12. Con lana no podemos ni hemos podido competir con otros países; aunque si es necesario tener lana para combinarla con la fibra de la alpaca. Pero lana fina con carne de cordero si es posible, aun teniendo ovinos orientados a carne y dejemos a la alpaca en su función de producir fibra con valor y mercado internacional.
ResponderEliminarCualquier información o mayor detalle sera respondido.
Cordialmente
Carlos U. Leon Velade, PhD genetica-sistemas