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Sucesión de problemas, escasez de ideas



El frenazo económico no es circunstancial, como indican las proyecciones y análisis de las calificadoras de riesgo y, sobre todo, los ajustes oficiales hacia la baja del crecimiento para el presente año. El ministro Segura afirma que podemos cerrar el año en 4.2%, aunque podría ser menos.
En resumen, los datos anuncian incuestionablemente un nuevo momento: el fin del denominado súper ciclo de crecimiento. Viene asociado a algunos aspectos relevantes en el cortísimo plazo, como el impacto que tiene la caída de los precios de los hidrocarburos que, en términos nacionales puede ser beneficioso para un país como Perú que es esencialmente importador, pero que para las regiones productoras –Piura, Loreto y Tumbes– será como lluvia sobre mojado en sus finanzas.
En esa línea, también deben preverse situaciones generadas por variables cuyos comportamientos son de mediano plazo, como los precios de los minerales. Desde el 2012, empezó a configurarse esta tendencia a la disminución que significa, entre otros efectos, menores recursos por canon.
En suma, no tenemos más los recursos que tuvimos y esto plantea al menos dos tipos de desafíos: (i) las capacidades para manejar la economía del país en una situación de menores ingresos y, (ii) las capacidades para gestionar los conflictos sociales y entablar el diálogo, en medio de una situación en la que se prevé una alta tensión social.
Entonces, no son pocos los que intentan ver el problema en la caída de los precios internacionales lo cual no es muy cierto en tanto este factor está fuera de nuestro control. Lo que debemos resolver es cómo vamos a organizarnos y gestionar lo que tenemos para lograr el máximo provecho. Si vemos las cosas de esta manera, percibiremos que estamos realmente en dificultades.
En el plano económico, ya no podemos tener al frente del MEF a ministros tramitadores cuya función se redujo a ser los guardianes de la caja fuerte. Necesitamos ahora a un verdadero conductor de la política económica, con iniciativas y metas claras, además de concebir el buen gasto como algo más que simplemente poner cinco llaves a los recursos financieros. En otras palabras, necesitamos en la conducción del MEF alguien que tenga un perfil diametralmente opuesto al actual ministro de Economía. 
Pero, no es todo. Seguramente, lo más importante será la manera como el gobierno deberá sortear una serie de conflictos sociales de alta intensidad que ya se vislumbran nítidamente en el horizonte. Teniendo en cuenta lo poco o nada que muestra el gobierno del presidente Humala en materia de fuerza institucional, es casi seguro que le irá entre mal y muy mal. Una cuestión a tomar en cuenta es que las protestas sociales han ido mutando hacia expresiones más organizadas a las vistas en el pasado. Además, estarán muy teñidas de sentido político en tanto estamos ya ingresando al ciclo electoral que culminará con las elecciones generales de abril del próximo año.
 Pero, un tercer aspecto que debe tomarse en cuenta –y no siempre se hace– es la poca capacidad que tiene el aparato estatal para procesar estas situaciones. Desde las épocas en que los primeros ministros debían abordar un avión para iniciar un periplo por todo el país, apagando los conflictos que habían devenido en violentos, debió haber corrido mucha agua debajo del puente, pero parece que no ha sido así. Desde el 2012, se buscó construir un sistema dentro del aparato estatal que debía darle mayor presencia y legitimidad en base a un tratamiento radicalmente diferente al que venía dándose a la gestión de los conflictos. Hubo indudables avances que muy probablemente se pierdan por la extrema debilidad de un gobierno que parece estar terminando su mandato en estado catatónico.
Así, no solo en el manejo económico y en la gestión de conflictos se avizoran graves peligros, dada las restringidas habilidades del gobierno para un manejo adecuado en ambos casos. Basta observar como no atina a nada cuando un evento climático, como la actual ola de calor acompañada de fríos extremos en los territorios de altura, ocasiona importantes impactos en la infraestructura y cobra víctimas. Mejor no pensar cómo va a actuar ante la reedición del fenómeno de El Niño que ya se confirmó para el mes de mayo.
Entonces, por un lado, muchos problemas en el corto plazo y, por el otro, poca capacidad para hacerles frente. Una combinación que puede resultar letal en la última etapa del gobierno de Humala. 
               
 desco Opina / 27 de marzo de 2015
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