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Cuando llueve, todos se mojan

Si algo pareciera no faltar durante esta temporada de verano en nuestro país es agua. De hecho, las lluvias, desbordes y deslizamientos han ocasionado graves daños a la infraestructura de transporte y riego, a tierras agrícolas y en las viviendas de miles de personas en la sierra y en la costa, llegándose a declarar regiones enteras en estado de emergencia, como en el caso de Huancavelica. ¿Socava esto la causa de quienes estamos preocupados por una futura escasez del recursos hídrico? Lo fundamental es entender, de una buena vez, que el agua es un recurso vulnerable, aunque caiga del cielo.

Para no desperdiciar una gota del agua de los deshielos –que con el calentamiento global generarán una previsible sensación de abundancia por un tiempo hasta que se acaben definitivamente– y también de las lluvias, la idea es desarrollar alternativas y prácticas de siembra y cosecha del agua, rescatando tecnologías ancestrales como los waru waru diseñadas para zonas de inundación, los andenes para laderas y las amunas para zonas con poca lluvia. Por ejemplo, las amunas captan, a más de 4500 metros de altura, el agua de lluvia para luego derivarla por acequias y «sembrarla» en rocas porosas con alta permeabilidad; meses después, será posible cosecharla 1500 metros más abajo, mediante manantiales, puquios o quebradas. La siembra y cosecha del agua en las cabeceras de cuencas o subcuencas se torna muy importante por la ubicación estratégica de los glaciares, acuíferos y lagunas que dan origen a los manantes, bofedales y ríos. Precisamente en las partes altas de cabecera de cuenca se encuentran múltiples comunidades alpaqueras, que han comprendido la necesidad de tomar acciones como construir y ampliar espejos de agua (de manera artesanal) en praderas naturales de comunidades campesinas, construir microrrepresas, zanjas de infiltración y también contemplar la forestación y reforestación en zonas altas.

¿Por qué tanto esfuerzo? Estas prácticas, tienen mucho menos de romantización del pasado que de la ineludible necesidad de establecer una relación más racional con el medio ambiente que reduzca el estrés al que la sometemos hoy, por ignorar las peculiares características de nuestros territorios y su topografía.

Lamentablemente, quien emprende estas acciones pocas veces es el Estado o los gobiernos regionales o locales, dejándole la responsabilidad a las comunidades campesinas como las de los alpaqueros con los que desco tiene una larga experiencia de trabajo. Lo que saben los alpaqueros, pero parecen ignorar otras instancias del Estado, es que no se trata de un problema privado, sino que una degradación de la cuenca alta repercutirá en su capacidad de captación de agua, incluyendo su capacidad para captar las abundantes lluvias que hoy parecen mortales diluvios. Esto tendrá un efecto a todo lo largo de la cuenca de los ríos, en las partes altas y bajas por igual.

Este es uno de los puntos que está poniendo en agenda la Marcha del agua, que ha llegado a Lima después de un largo recorrido por varias regiones del país para entrevistarse con ministros como el titular del MINAM, Manuel Pulgar-Vidal. Pese a una reacción contradictoria de algunos miembros del partido de gobierno, también se reunirán con el presidente del Congreso en una saludable actitud que, al menos en este caso, parece proclive al diálogo y la tolerancia.

El objetivo es presentar una propuesta de Ley que, en parte, le recuerda a las instancias responsables como la Autoridad Nacional del Agua y los Consejos de Cuenca, la necesidad de ejercer una función más firme en la defensa del recurso, sobre todo en las partes de cuenca alta, donde estamos ante sistemas ecológicos altamente vulnerables.

Esto tiene que ver claramente con la acción de industrias como la minería en las zonas altas de la sierra del Perú y lleva a preguntarse si estamos obteniendo una adecuada relación costo / beneficio a causa de su operación.

Sin duda en la organización de la Marcha confluyen posturas que van desde la defensa a ultranza del medio ambiente como otras más moderadas que claman por mayor aporte monetario de las industrias extractivas. No obstante, la marcha y el foro del agua serán un espacio muy valioso para debatir sobre el tema y acordar una posición que bien podría estar ya representada en la propuesta de Ley.
desco Opina / 10 de febrero de 2012
Programa Sierra Centro

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