martes

Sobre alianzas y acuerdos de ocasión

La semana concluyó con la conformación de distintas alianzas políticas que se aprestan a competir en los comicios de abril del 2011. La mayoría de partidos nacionales ha buscado «concentrar» la debilitada fuerza que mostraron en el proceso subnacional de octubre, que concluyera con su indisimulable derrota ante las agrupaciones regionales. Éstas devinieron en el objeto de deseo asediado las últimas semanas, como parte de la búsqueda de la llave del éxito en que se encuentran embarcados todos los aspirantes a la Presidencia de la República.
El primero en sorprender fue Pedro Pablo Kuczynski (PPK), aunque en realidad quien sorprendió fue Alianza para el Progreso, que emergió como uno de los victoriosos del proceso regional y municipal. La alianza de los menudos que él encabezaba –Partido Humanista, Renovación Nacional– terminó convenciendo a la organización de César Acuña, quien abandonó a Solidaridad Nacional a último minuto, pero también al magullado Partido Popular Cristiano (PPC), que en medio de sus disputas internas cree haber encontrado en el ex Ministro de Economía, el flautista adecuado para llegar a la tierra prometida. Como es obvio, gran negocio para el candidato, pero también para el alcalde trujillano, que seguramente impondrá importantes condiciones en la lista parlamentaria de la novísima alianza.
Luis Castañeda, por su parte, tuvo que afrontar el abandono de dos pasajeros que ya parecían embarcados con él, porque Acuña y Lourdes Flores cambiaron de conductor en la hora undécima. Uno más taimado que la otra, negando toda conversación y arreglo previo; la segunda, tratando de cuidar las formas, pero imponiendo su decisión en su agrupación, el PPC, que sin duda sigue viviendo su propio y prolongado calvario. El ex burgomaestre limeño, así las cosas, se llevó como «premio consuelo» su alianza con los restos de Unión por el Perú, los mismos que saltaron del barco nacionalista el 2006, apenas instalados en el Congreso, además de Cambio 90, uno de los membretes del fujimorismo, hoy día en manos del congresista Reggiardo, que por esta vía cree resolver su futuro inmediato.
Las izquierdas, por su parte, también contribuyeron al espectáculo. Tras coquetear hasta el final con el Partido Nacionalista, el Movimiento Nueva Izquierda optó por lograr un acuerdo con Fuerza Social y Tierra y Libertad, además de resucitar a la Democracia Cristiana, liquidando de paso a su emprendedor Guerra García. Entraba dentro de lo posible, pero no dejaba de sorprender, habida cuenta de la anunciada pretensión de Fuerza Social de ir solos. Sin embargo, lo que sí resultó desconcertante, fue la incorporación del partido FONAVISTAS en este acuerdo; máxime porque Raúl Canelo, su derrotado candidato a la municipalidad de Lima, es abogado de una de las partes del sonado caso Comunicore. Cierto que fue desembarcado rápidamente, pero el ridículo queda.
Más discreto, más seguro también, Perú Posible confirmó su alianza con Acción Popular y Somos Perú, además de establecer diversos acuerdos con distintas figuras regionales. Igualmente discretos, aunque por otras razones, en realidad no hay muchos interesados en participar con ellos, los apristas y Mercedes Aráoz, parecen haber establecido algún tipo de arreglo con Siempre Unidos, el partido del alcalde de Los Olivos.
Fuerza 2011 y el PNP, finalmente se quedaron prácticamente solos. Los fujimoristas lograron atraer a Rafael Rey, de quien se decía «ampliaría» la lista de su ex colega Aráoz, que si bien encontró el espacio que le corresponde mejor, difícilmente aportará votos distintos a aquellos que ya tiene Keiko Fujimori. En el caso del Partido Nacionalista, todo indica que su soledad, que intentaron evitar hasta con aviso en el periódico, es resultado de la poca confianza que generaban sus llamados a la unidad y la construcción de acuerdos. En cualquier caso, y más allá de anécdotas, da la impresión que ambas agrupaciones mantienen una opción por la concentración de su votación, quizá porque no tenían más opción.
Como es evidente, los medios de comunicación y los distintos análisis que circulan, se regodean con la situación. Como siempre, la miran unilateralmente y enfilan sus baterías y argumentos a mostrar las miserias y debilidades de izquierdistas y nacionalistas, olvidando que el espectáculo ofrecido por las otras organizaciones ha sido equivalente o mayor. En cualquier caso, es evidente que este conjunto de matrimonios de interés, esta sucesión de abandonos, divorcios y bodas aceleradas, no nos anuncia un futuro mejor. Los acuerdos de ocasión a los que estamos asistiendo, que todavía tendrán que pasar por la prueba ácida de la conformación de las listas parlamentarias, antes que responder a la fragmentación, en el mediano plazo pueden contribuir a su multiplicación.

desco Opina / 13 de diciembre de 2010
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